viernes, 8 de febrero de 2019

Contigo y sin testigos...


Contigo y sin testigos he aprendido a salirme por los tejados imaginarios de las noches de luna iluminada. Ella me cubre con su luz, y jugamos a las escondidas hasta que decidimos quedarnos mejilla a mejilla. Mientras tú cantas y yo te envidio cada palabra. ¡tan perfecta! Lloro, río, canto, y te proclamo el mejor poeta de este siglo.  Pero no me creas, te puedo engañar al igual que tú cada día con cualquiera. Aunque feliz te confieso que daría mi vida entera por …hace años que vengo por aquí… Y nos dieron las diez y las once; las doce y la una; las dos y la tres.  Y me desnudas los secretos, los más íntimos y sublimes, pero también los más perversos. ¡Quién sabe si nos escuchan detrás de la puerta! Cuando el silencio se apodera de esta ciudad y nos abriga de toda realidad. Y ya nada importa, más que tu sigas cantando y yo; cierro mis ojos, y la veo a Simona jugar en el bar de Laura, y hablan de sus amantes que siempre le dejan el corazón en los huesos, se ríen hasta el desparpajo de lo ridículo. ¡Qué lindas es verlas perder el equilibrio! ¡Lejos de las viejas que me han amargado con su felicidad de fetiche, chusmas! Quiero mudarme aquí, al barrio de la alegría, donde sus lágrimas se hacen risa, donde podemos inventar una historia lejos de los demonios, esos que pueblan las pesadillas de la vida cotidiana. Contigo y sin testigos he aprendido a salirme por los tejados… y al regresar, guardo todo en el cajón donde guardo mi corazón.