lunes, 11 de marzo de 2019

Rosalinda va a la montaña de Laura Cuffini




Este día fue cuando conocí a Rosalinda, entre el aroma a rosas que enseguida me invadió, fui saboreando cada página, con los ojos atentos, pude ver lugares que no he caminado aún de nuestra hermosa Patagónia al sur de la Argentina, sentir su aire, su frió y su calor… Rosalinda me llevo a años de adolescente, y revivir esa sensación de comerse el mundo porque nos sentimos así, totalmente invencibles. No te pierdas de leer a Rosalinda, una historia tan bien contada, con el condimento de pasear por la poesía dentro de cada página, con aroma a querer más.  “Rosalinda va a la montaña”. Juventud, humor, amistad, sexo, sensualidad, violencia, hombres, mujeres, la vida.

Pero no les voy a contar mas de Rosalinda, quiero hablar de su autora, ella es la Vikinga de la historia, de una historia de vida; escritora, actriz, directora, pero sobre todo una mujer con un carácter guerrero que por cierto se ha detenido respetuosamente a conocer la naturaleza humana, y considero que es la mejor manera de darle vida a cada uno de los actores que componen su libro...

Laura Cuffini, quien respeto y me despierta admiración, te diría que en otra circunstancia la hubiera elegido de amiga, pero en esta vida nos tocó algo más importante que compartir que agradecida estaré por siempre, gracias Laura por siempre querer a los míos.


viernes, 8 de febrero de 2019

Contigo y sin testigos...


Contigo y sin testigos he aprendido a salirme por los tejados imaginarios de las noches de luna iluminada. Ella me cubre con su luz, y jugamos a las escondidas hasta que decidimos quedarnos mejilla a mejilla. Mientras tú cantas y yo te envidio cada palabra. ¡tan perfecta! Lloro, río, canto, y te proclamo el mejor poeta de este siglo.  Pero no me creas, te puedo engañar al igual que tú cada día con cualquiera. Aunque feliz te confieso que daría mi vida entera por …hace años que vengo por aquí… Y nos dieron las diez y las once; las doce y la una; las dos y la tres.  Y me desnudas los secretos, los más íntimos y sublimes, pero también los más perversos. ¡Quién sabe si nos escuchan detrás de la puerta! Cuando el silencio se apodera de esta ciudad y nos abriga de toda realidad. Y ya nada importa, más que tu sigas cantando y yo; cierro mis ojos, y la veo a Simona jugar en el bar de Laura, y hablan de sus amantes que siempre le dejan el corazón en los huesos, se ríen hasta el desparpajo de lo ridículo. ¡Qué lindas es verlas perder el equilibrio! ¡Lejos de las viejas que me han amargado con su felicidad de fetiche, chusmas! Quiero mudarme aquí, al barrio de la alegría, donde sus lágrimas se hacen risa, donde podemos inventar una historia lejos de los demonios, esos que pueblan las pesadillas de la vida cotidiana. Contigo y sin testigos he aprendido a salirme por los tejados… y al regresar, guardo todo en el cajón donde guardo mi corazón.



lunes, 28 de enero de 2019

un domingo de calor


Viajaba en el subte de regreso, de festejar el cumpleaños de Mia y el aire acondicionado fue un remanso a los 30 y pico de grados. ¡Demasiado calor en la ciudad! Quede inmersa en el aroma a rosas de la casona, que las primeras paginas del libro me estaba presentando. En eso fui interrumpida por una sensación de angustia que se me instalo en la garganta. y oí decir -ahora voy a interpretar "Baby I love your way" de Peter Frampton- Siempre me gusto. Creo que tiene mas que ver con su melodía, es una de las primeras canciones que recuerdo elegida, nunca supe lo que dice mas allá de su titulo "Nena me gusta tu forma de ser", tampoco necesitaba saber mas.  Eso pienso mientras la escucho, 40 años después de haberla oído por primera vez. Lapidaria frase para mi errática vida amorosa. Porque aquellos que les gusta tu forma de ser, no precisamente les gusta compartir mucho tiempo esa forma", pero ese es otro tema. La cuestión que la magia se termino cuando comenzó a cantar, ¡pobre hombre!. De igual manera sentí ganas de transportarme en el tiempo, encontrar una piedra como Claire Randall en Outlander, claro que ella viajo 200 años y yo con unos 20 me conformo. Pero no, solo baje del subte y me fui tranquilamente caminando a casa, pensando en la coca cola fría que estaba en la heladera esperando.