Fueron muchos los días que pasaron a ser largos meses y unos años. La llegada de esa mañana, fue muy esperada. Meticulosamente esperada por mí. Hacia mucho frío a pesar de abril. Sentí la profunda necesidad de pasar primero por la iglesia del barrio. Hable con el Cura Párroco, José, quien desde aquel momento me ha acompañado con su fe.
Mi amado esposo, colmado de paciencia sostenía mi mano, mientras escuchábamos silenciosamente (vaya a saber cuantas veces pasamos oído) el mismo relato, tan cruel, tan duro. Mi pecho no dejaba de partirse en dolor.
La esperanza tocaba la puerta, las pruebas que se ocultaron en ese momento, cederían a la luz y su inocencia estaba a punto de declararse.
Un segundo, ni un respiro, unos disparos. Ella me gritaba con el alma endemoniada de dolor ¡Ahora sabrás que se siente!
Caí sobre el cuerpo de mi hijo desvanecido a abrazarlo.
Sebastián, trabajaba de maestranza en la multinacional, donde fue hallada asesinada la joven hija del gerente.
Estoy velando la inocencia de mi hijo, la madre de la joven pagando la injusta Ley del talión …el asesino, hijo de uno de los socios, anda de parranda fuera del alcance de la justicia.
relatos vengadores en casa de
Teresa