domingo, 26 de noviembre de 2023

no quiero envejecer

Con este es el segundo que pido prestado, no crean que no compro libros, sino parece que soy una pedigüeña, pero también creo que los libros se deben prestar, obviamente para mí, aquellos que los devuelven, porque ya he perdido varios, y soy algo celosa, me gustan tenerlos a mano si necesito de ellos.

TracycorrecaminosEl Mar” de Johan Banville, lo compre y estoy leyendo jeje

De todos modos, me gustan algunos libros que me llegan por causalidad. Porque de otra manera los pasaría de largo y a veces te sorprendes del descubrimiento.


Estaba en casa de una amiga, y cuando leí el título: “no quiero envejecer” se lo pedí prestado. La autora Pilar Sordo, de nacionalidad chilena, de acá cerquita pasando la cordillera, de profesión psicóloga y escritora.

Varias veces caminando por mi ciudad vi publicidades que anunciaban sus libros, este es el primero que leo, no es una lectura a la cual recurra, pero la vejez y la muerte es algo que se me ha presentado en este último año y medio.

Y la autora cita en su libro una frase del Cantautor argentino Facundo Cabral que decía: “Él ser humano es un ser especial: Nacer no pide, vivir no sabe, y morir no quiere”.

En lo personal me ha dejado su lectura una buena sensación, no tengo miedo de hablar de la muerte ni de la vejez, creo y confirmo después de apreciar algunas cosas que investiga la autora, que es necesario ponerlo en palabras tanto como la niñez, juventud y la adultez.

Del libro no voy a decir más que si les pica, bueno hay que rascarse, o sea vayan a buscarlo. Es interesante porque ofrece una investigación sobre la vejez, y de la cual leerlo no es solo para los viejos, nos abraza a todos, y de eso se trata también.

De algo estamos seguro, todos vamos a morir, pero mientras tanto depende de nosotros como queramos vivirla, teniendo en cuenta que solo nos abrigara hasta ese día los afectos que estemos dispuestos a cuidar.

 


domingo, 12 de noviembre de 2023

Reto de noviembre 2023: Samhain


 Rusty McDonald

“Simona son unos días nada más, nos vamos temprano en la mañana y el lunes te prometo, amiga, que llegas a cumplir con tus obligaciones. Solo tienes que pedir a tu jefe que te dé permiso.”

Simona pensaba una y otra vez, en las palabras de Laura. Sería una buena idea ir tres días a acampar a los bosques de la Villa cerca del mar, de todos modos, no afectaría su rutina. Aunque noviembre, siempre había sido un mes de transición, afectado a dejar todo listo para las fiestas de fin de año, y eso incluía: las del trabajo, familiares y amigos.

Llegaron al mediodía, algunas amigas ya estaban desde el día anterior, solo les quedó acomodarse en el camping y disfrutar de esos días a pura naturaleza. Apenas posaron los pies en el pasto y levantaron la vista, se deleitaron con esos pinos que competían entre sí, quién de ellos estaba más cerca del cielo, se respiraba aroma a paz.

A todas las sorprendió lo sucesos que comenzaron después de la siesta: se escuchó una voz hermosa cantando en la puerta de las tiendas donde descansaban. Al salir el espectáculo se intensificó, la hermosa voz, interpretaba la canción de Eladia Blázquez “honrar la vida”, siguieron recitales de poesías, y un monólogo en referencia a la muerte que es parte de la vida. Estos simples y emotivos actos eran la invitación para que al otro día se unieran al fogón en la playa misma.

No salían de la sorpresa, y esperar al día siguiente las llenó de ansiedad.

Fueron en procesión a la playa, se encontraron con un enorme fogón, guitarreada, danzas, comida, una fiesta iluminada por pequeños faroles de creatividad casera, que hacían de esa playa oscura, un cuadro iluminado, con la presencia inmensa de la noche y el agua del mar.

Desde la sombra de la fiesta, Simona sintió que alguien la observaba, sintió con mucha intensidad que la mirada de ese alguien le tocaba el cabello, era inquietante, al mismo tiempo que atávico.

Las danzas alrededor de la fogata que estaba preparada para ser encendida a la medianoche y los movimientos de todas esas hermosas mujeres y niñas de toda la villa, que las iban invitando a unirse, fueron hipnóticas. Y mágica la presencia de ese hombre que la tomó de las manos y danzaron hasta que el amanecer las sorprendiera con los primeros y luminosos rayos de un sol, distinto.

Se sintió diferente Simona y sus amigas, que regresaron en silencio a descansar, para partir a primeras horas de la tarde.

El viaje de regreso, no significó solo regresar a sus lugares de origen. Magnifico otro estado espiritual, encuentro con todas las mujeres que hasta el día de hoy les abrieron camino.

¿Y él? No halló explicación posible, y ni siquiera se animó a preguntar a sus amigas quién era, porque descubrió en sucesivas y posteriores charlas que ella, solo, sola, danzó entre las nubes y montañas que formaron la espuma del mar…

 

 retos propuesto por Ginebra Blonde desde su blog Varietés