Entre idas y vueltas a huir, al fin estábamos sentados frente a frente,
con las miradas profundas. Él con sus ojos oscuros por efecto de la mínima luz;
y yo, intuyo que por la tensión de sostenerme desafiante. Después de años
sabíamos que deberíamos jugar el juego final. Como todo caballero me dio de
elegir las armas. A mi beneficio, de antemano sabía que debería escoger los
lazos que ocultaría el silencio de palabras que se escapa por nuestras miradas.
La mía seguramente me delataría antes de comenzar, y la de él ya no me afectaría
para caer en desequilibrio. La ventaja estaba puesta en el juego, su voz
sonriente era mi As.
Jamás imaginé que elegiría el laberinto. Me tomo de la mano, y con un
susurro me guió hasta la entrada, y fue de repente que al soltarme sentí el
desafío en el cuerpo. Tome aire, y comencé andar, nada se veía, ¿Cómo
encontraría la salida?... cada paso debería ser preciso, confiado, con mis
manos tocaba el aire que me rodeaba, creyendo, anhelando no quedar atrapada en
un sin final.
No tenía idea cuanto tiempo había pasado en este andar. Recordando que
este lugar no era ajeno a nuestra historia, que lo desconocido era tan libre de
imágenes que nos encontraba jugando sin jugar… pero los demonios internos me
decían que debería huir…
Me detuve de golpe, cuando sentí que su calor envolvía mi cuerpo. Me
quede quieta, sintiendo las pulsaciones de mi corazón que comenzaban a sentirse
junto con los sonidos de mi respiración. Su boca estaba tan próxima que atraía
inevitablemente la mía, sus manos tibias arrebataron mis mejillas para dar paso
a un beso embriagador, mi cuerpo se relajó dejándose llevar por el suyo, que lo
recibió con un imperativo poderío sabiéndome suya.
Saco las vendas de mis ojos, y la luz se hizo palabras tras mis ojos que
lo miraban complaciente. Ahí advertí que había ganado. Cuando baje la mirada,
su mano suavemente levanto mi cara, mientras que su voz sonriente me susurrara
que habíamos llegado junto al epicentro de un camino tan nuestro por la magia real
del laberinto que habíamos creado.
Respire profundamente, le tome las manos que aferre a su espalda y le
dije: “tienes derecho a guardar silencio, todo lo que digas puede y será …”
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