Absolutamente
imposible que vea películas de terror o con contenidos violentos, simplemente
porque no me gusta.
Hace dos
años, creo, no tengo muy claro las fechas, es que en realidad nunca recuerdo,
números, fechas, es algo que evidentemente no le presto atención. Salió
masivamente el “Juego del Calamar”, entre murmullos, he escuchado todo tipo de
comentarios, y; concluí que era una serie violenta, por supuesto que la taché.
El 2024,
empecé a vivir una etapa de violencia social muy destacada, que jamás creí, que
todos nosotros llegáramos a naturalizar, no voy a entrar en detalle, es evidente
que el mundo entero a caído en este nuevo paradigma, donde lo único que importa
es mirarse el ombligo y romper.
La
curiosidad se apodero de mí, y le di Play al juego, como una adicta, me vi dos
temporadas, las entrevista al director y actores, hasta la última temporada el
reality del juego.
Que
decir, una maravilla como se muestra la realidad. La serie es impecable en
escenografía, la historia de cada personaje que te interpela todo el tiempo, me
fue imposible no tamizarla desde mi mirada de psicóloga social, desde los
juegos que conocemos desde niños que nos enseña a ser competitivos, hasta la
fragilidad del lugar que te toca por nacimiento, el sitio que se ocupa en el
núcleo familiar, social, y sobre todo lo perverso de un mundo que se empecina
en hacerte creer, los que mueven los botones.
Qué
triste que solo se salva uno, somos un número en este juego, a eliminar.
Pienso:
¿se salva de qué?
En
definitiva, me parece una genialidad de los creadores, en esta serie, se
muestra una sociedad con sus sufrimientos, sus miserias, su perversidad y te
pone frente a muchas preguntas.
La
diferencia con la realidad es una sola, mientras veía como el juego iba
eliminado con un disparo de muerte a los jugadores, sabía que era solo una
serie…
Como dicen siempre, cualquier semejanza….
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