viernes, 29 de julio de 2011

un milagro

El sol legaba su brillo en el vidrio de la ventana por donde miraba la calle, vacía todavía. Cerró sus ojos dejándose seducir, por la tibieza del calor que penetraba en sus mejillas. Se asoma un día distinto, lo sentía en el cuerpo, el cual se embriagaba de disfrutar, lo que por azar le estaba destinado, sin saber todavía. Le dio recreo al reloj y libero el tiempo. Disfruto de la mañana como casi ya, no lo recordaba.

Unos momentos después se dispuso a salir, como todos los días. Ya había dado muchas vueltas de esquina, cruzado algunos puentes, y curvado algunas líneas. Pero nada tenia que ver con la ruta que había diseñado siguiendo su instinto. Al llegar a la esquina se dijo para sus adentros: “¡Será posible que no escuches, que te estoy llamando!”

casi como un milagro...

Simona se saco sus anteojos, se miraron y se estrecharon en un abrazo. Inmenso abrazo, se sentaron en el café de la esquina, y se perdieron en estos años que se extrañaron. Ellos no creen en los milagros, pero creen en los afortunados momentos, que el tiempo hace travesuras y juega con los misterios. La vida se puebla de sonrisas cuando dos amigos se encuentran.

Unos minutos después… ya sonaba las notas de un saxofón en el tango que empezaron a componer…



sábado, 23 de julio de 2011

te propongo


Te propongo.
Conquistar un recuerdo.
Que sea eternamente nuestro.
Un beso anclado a mis costillas
con gusto a uva inquieta de gustarnos.
Que te arranque la sonrisa mas abierta
en tu boca que canta y se hace poesía.
Un sueño despierto de tus brazos
y los enredos de mis piernas.
Y darle la media vuelta con la posibilidad
de querer antojarse cada vez
que el recuerdo roce nuestros labios.


lunes, 18 de julio de 2011

identificarse

Un vacío muy grande sintió. Busco por todos lados y nada, comenzó a revisar que había pasado desde la última vez que la abrió. Todo parecía incoherente, no había rastro de robo alguno. Tampoco ella es una persona que se distraiga de estas cosas. En fin, llego el lunes y ningún lugar decía que ahí estaba. Perder el documento, tarjetas, y todo lo que contenía la billetera, era un dolor de perdida de tiempo. Y sabiéndolo, su angustia crecía. Amaneció tan triste, tan lluvioso como su alma. ¿Era para tanto? ¡No! Claro que no. Era la perdida de la identidad escrita por unos momentos. Pero verse sentada en la estación de policía, con frío y sola, le dio la medida de la realidad. Y desde ese momento se prometió no distraerse más, con realidades de otros. Solo pensó que debe ocuparse de la suya, más allá del documento nacional que la identifica.



jueves, 14 de julio de 2011

la misma musa, el único amor

Clarisa estudiaba en la escuela de arte. Todos los años se realizaban las fiestas callejeras, en la cuadra del barrio a puertas del Instituto. Danza, folklore, teatro, fotografía, pintura, y el colorido de la cuadra que vestían la noche, con bailes y algún grupo de rock, que empezaba a dar sus primeras presentaciones.

Gabriel, el hermano de una compañera de Clarisa, estaba en el último año del secundario. Fue invitado, por su amigo Carlos, que estaba de novio con Clarisa y Melina su novia, que estudiaban junto a su hermana en distintos cursos.

Allí se conocieron en medio del destello de la noche, de colores y fuegos, de agua fresca, de ansiedad juvenil.

La efervescencia de la edad, la curiosidad del propio cosquilleo los dejo inquietos, llevándose esa noche el deseo de volver a verse, queriendo explorar aquello que no entendían; los reunió en otra fiesta, en otra geografía, ya mas intima. Buscaron entre discos, dibujos y revistas, la posibilidad de quedarse un rato a solas en medio de la fiesta, en medio de novios y amigos. Nada ocurrió y ocurrió todo.

Un año los mantuvo juntos, hicieron todas las travesuras de unos niños que estaban dejando de ser, se amaron en cada lugar que les dejaba el día como dos jóvenes que eran, se cuidaron como si supieran, se olvidaron del mundo, fueron contra el mundo, hicieron un mundo nuevo entre besos e ilusiones.

Y se dejaron como se dejan los niños, los adolescentes que todavía se buscan y se pierden en ese crecer y adolecer.

Gabriel con sus casi 50 años, algunas noches fumando un puro en el jardín de invierno, la recuerda con emoción, sabiendo que fue su musa preferida, la musa que lo acompaño alegre en todos estos años, formando parte de su vida sin que ella lo supiera.

Clarisa lo recuerda como el único hombre, siendo muy joven, que la supo amar con verdadero amor...




domingo, 10 de julio de 2011

dos

Dulce en mi
Ese silencio que prolonga
la manera del amor.
La puerta del cielo encendido
que dibujan los mares.
y todo tu nombre en boca de las musas.
¡Ay! amor...
Lo que mas me duele de ti
es la sonrisa que olvida el decir.




sábado, 9 de julio de 2011

al poeta (cantautor)

No soy de aquí, ni soy de allá
no tengo edad, ni porvenir
y ser feliz es mi color
de identidad.   
  (Facundo Cabral)

Cuando la tarde pintaba
fría de luces y canela.
El viejo winco
empezaba a sonar.
Y mis pies
Pequeños.
Bailaban sin parar.
La imaginación
iba por la arena
hasta hacerme lugar
en las estrellas.
Te escuchaba.
y ya sentía destino.
Cuando con tu única voz
cantabas
que no eras de ningún lugar.

Mi humilde y respetuoso homenaje...




domingo, 3 de julio de 2011

naranja – chocolate

Don Pancho, el mozo del bar, donde Simona desayuna todos los Sábados, esta dando vueltas como un perro en si, no sabiendo que hacer. Le acerco el diario, le calentó nuevamente el café con leche, le llevo un plato con medias lunas recién horneadas, como a ella le gusta. Y nada. Hace mas de dos horas, cincuenta minutos y diez segundos, que mira absorta algo que tiene entre sus manos. No ha probado nada de lo que le ha llevado Don Pancho. Hasta parece que ha entrado en una especie de trance. No se le mueve ni un músculo de la cara, su cuerpo quieto, el único indicio de vida, es el movimiento de sus manos. Por lo visto hoy nada le llama la atención. De repente se levanto, se dirigió hacia el mozo, le puso en la palma de la mano lo que ella tenia. Y le dijo con voz cetrina, es el ultimo que me queda, me contó la anciana vendedora que no lo fabricaran mas. Salió del bar... Don Pancho, se quedo con el caramelo en la mano, mientras la seguía con la mirada, sin saber que decir.


(la foto es de Cecy)
Golosina que voy a extrañar, me acompaña desde niña.
Cuando mi papa me llevaba de la mano al local.
L