Don Pancho, el mozo del bar, donde Simona desayuna todos los Sábados, esta dando vueltas como un perro en si, no sabiendo que hacer. Le acerco el diario, le calentó nuevamente el café con leche, le llevo un plato con medias lunas recién horneadas, como a ella le gusta. Y nada. Hace mas de dos horas, cincuenta minutos y diez segundos, que mira absorta algo que tiene entre sus manos. No ha probado nada de lo que le ha llevado Don Pancho. Hasta parece que ha entrado en una especie de trance. No se le mueve ni un músculo de la cara, su cuerpo quieto, el único indicio de vida, es el movimiento de sus manos. Por lo visto hoy nada le llama la atención. De repente se levanto, se dirigió hacia el mozo, le puso en la palma de la mano lo que ella tenia. Y le dijo con voz cetrina, es el ultimo que me queda, me contó la anciana vendedora que no lo fabricaran mas. Salió del bar... Don Pancho, se quedo con el caramelo en la mano, mientras la seguía con la mirada, sin saber que decir.
(la foto es de Cecy) |
Golosina que voy a extrañar, me acompaña desde niña.
Cuando mi papa me llevaba de la mano al local.
L
Muy bueno...
ResponderEliminarMe has hecho recordar unos caramelos que solo los fabrican en el pueblo de mi padre, el pasa unos meses largos por la cultiva de aceitunas y en su vuelta a casa como cada año, nos trae en una bolsa individual esos golosos caramelos, a cada una de sus hijas, al igual como hacia cuando eramos niñas.
Mi beso y abrazo, feliz entrada de semana.
Me solidarizo con la desesperación de Don Pancho por intentar saber qué le pasaba. Espero que haya guardado bien ese caramelo, después de todo, Simona se lo dejó a él.
ResponderEliminarY era el último
Beso grande, buen domingo.
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ResponderEliminarBueno,yo solo espero que Simona, ademàs, haya pagado el cafè con leche y las mediaslunas...¡digo!
ResponderEliminarpor muy queridos que le fueran esos caramelos...jajaja
abrazos amiga
Estas cosas me hacen dudar. No se si nos inquietamos por la desaparación de las golosinas o bien por las ganas de volver a recrear ciertos momentos de la infancia. Un beso.
ResponderEliminarNo se habrá puesto a dieta Simona?
ResponderEliminarSolo faltaría eso.
Besos.
eEl último caramelo ofrecido a D. Pacho, ella guardará los recuerdos.
ResponderEliminarUn beso Ceci.
No me imagino pasar tres horas sin moverme, soy un tabardillo:)
ResponderEliminarEspero que recapaciten y sigan fabricando esos caramelos dulces y mágicos.
Besos
¡Qué bueno!... y también el caramelo.
ResponderEliminarParece que Simona tiene algun secreto de esos que no se quieren desvelar por si hace daño a alguien.
ResponderEliminarSaludos impregnados en yodo y brisas del mar
Adicto a los caramelos.
ResponderEliminarMe conmueve, desperenderse de algo que lleva tantos sentires.
ResponderEliminarCariños
Me hiciste recordar que mi abuelo casi una vez por mes me regalaba una libretita que a mi me encantaban. Y a la hora de la siesta me decía: "Vos quedate aca mientras yo duermo un rato, que cuando me levante yo te voy a dictar algo". Y tanto el caramelo como esta libretita que quedaba casi siempre garabateada sin su dictado es lo que me hizo escritor.
ResponderEliminarGracias por la ternura, Cecy.
uhmmm...si vienes te compro una bolsa
ResponderEliminarEstatizas al lector en esa mesa, pero no le muestras el objeto que lo absorta, lo intranquilizas con las medialunas y el café con leche, pero no le muestras qué diablos tiene la protagonista en su mano. Luego ¡voilá! La luz se ha hecho y en otra mano ya puede ver el caramelo, e igual que el personaje sale del local, él de la lectura, lamentando que la lujuria del mercado ya no les vaya a fabricar ni distribuir.
ResponderEliminarFelicitaciones y un abrazo.
Un abrazo grande.
--
Julio Dìaz-Escamilla
* Subí el comentario muy interesante del amigo Julio, que el no ha podido por problemas de blogers.
Gracias nuevamente Julio!
Las grandes despedidas siempre son amargas, incluso si hay que despedirse de un pequeño dulce.
ResponderEliminarCuanto antes se pase el mal trago, mucho mejor.
Un beso.
Carmen.
me hizo transpirar..pense que tenia un resultado de HIV positivo!
ResponderEliminarella había sido como un caramelo para D. Pancho, pero como todas las golosinas, se acaban consumiendo y después no queda nada, salvo el sabor de un dulce exquisito...
ResponderEliminaruna excelente metáfora.
un abrazo
:)
Sos escritora y vas creciendo de la mano de nosotros ..que te vimos nacer.. sin almohada... hace poco besos
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminarQue pases un buen día, acaramelado.
Abrazo. Jabo
Cecy yo siempre recuerdo los caramelos Media hora, y se siguen fabricando...claro que si no lo hicieran me pasaría como a Simona.
ResponderEliminarBesos!
ay!... que me has hecho extrañar unos caramelos de miel y maní que nos preparaba mamá. con este frío, Simona!...
ResponderEliminarLindos dulces los de la infancia, nos han marcado para siempre. Dulces mágicos en cada encuentro, dulces que mantenían alguna que otra ilusión aún sabiendo que era corta su existencia...pero toda una vida para recordar aquellos momentos.
ResponderEliminarBeso grande mi querida.
Juan
¿cecy se ha hecho mayor? ¿por eso quiere deshacerse del último caramelo? me gusta
ResponderEliminarPrecioso, me a encantado pasa por tu casa, te estare visitando y encantandome con tus letras. un besito
ResponderEliminarMi padre también solia comprarme golosinas. Que tiempos aquellos. Yo hago ahora lo mismo pero con mis sobrinos.
ResponderEliminarEse último caramelo llevaba toda una historia escrita …quizás por ello estuvo tan callada temía la despedida….
ResponderEliminarUn beso
Después de una despedida, normalmente viene un reencuentro.
ResponderEliminarLa mezcla de chocolate y naranja...mmmmmmmm
Besos Cecy !
Gracias por tus palabras...
ResponderEliminarsin duda, mejor soñar que sentirme derrotada.
un abrazo
:)
Ya lo dijo Borges:
ResponderEliminarEs el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La
hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el
áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena
amistad, las galerías de la Biblioteca, las cosas comunes, los
hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis
muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran
por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz,
la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitología, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
Así como a veces me debato entre Borges y Cortázar ( Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso) también tengo problemas para decidirme entre los caramelos media hora o los coca cola.
Hola Cecy, buen relato que me trae recuerdos de un chocolate que cuando fui niña saboreaba, pero hace muchos años no los fabricaron mas, y creme que lo recuerdo y muchas veces hasta siento su sabor en mi paladar. Besos, cuidate.
ResponderEliminarSe le fue la niñez en ese último caramelo.
ResponderEliminarlOS CARAMELOS DE MI INFANCIA ERAN ALGO SIMILARES A TALES.
ResponderEliminarGRACIAS POR LSO DECIRES DEJADOS EN TU POST COMO LA AÑORANZA EN RECUERDO QUE HAS TRAÍDO DE LA MANO DE TU PLUMA.
Vengo de lejana tierra austral,
Buenos Aires es mi tierra,
Tierra mía de mi gran querer
Que al ritmo del dos por cuatro
Conforman quebradas y andares
De un utópico existir
En el cuál siembro mis huellas
En sincera amistad
Dejando paz por doquier,
Hoy vengo a dejar mi saludo
Como humilde ramillete
De aterciopeladas violetas
Junto a distinguida invitación:
Pasa por mis blogs
Y retira los premios y otros
Entregados con gran cariño
En cada uno de ellos
A puro sentir de mi corazón.
Allí te espero con cataratas
De premiosy detalles
Para que siempre
Recuerdes que en
estos lares hay alguien
Que en ti piensa!
te comunio que estas nominada en
PREMIOS PREMIUM
EN
WWW.PANCONSUSURROS.BLOGSPOT.COM
Abrazos
Marita
Ir a:
www.panconsusurros.blogspot.com
Y de ahí de paseo para retirar tus obsequios… ya disfrutarlos!
Si Cecy tal cual lo comentaste, tiempo con otros sentires y matices.
ResponderEliminarSaberlos vivir es a veces un sentir angustioso.
Pero.... con el tiempo nos vamos adaptando y......se sobrevive.
Cariños
Cuando uno era un chiquito, era todo un ritual, recibir el caramelo,observando el modo en a uno se lo daban; luego imaginarlo; desenvolverlo; disolverlo en la boca para que durara mucho.Un caramelo tiene un contenido que va mas allá...
ResponderEliminarEspero que te guste mi comentario. Muchos saludos.
Es un detalle de Simona tremendamente esclarecedor de su personalidad.
ResponderEliminarMe ha encantado.
UN CUENTO BREVE QUE SIGNIFICA MUCHO
ResponderEliminarME ENCANTÓ CECY
COMO SIEMPRE NOS TENES ACOSTUMBRADO
SALUDOS
Ay que dulce
ResponderEliminarLa verdad es que tampoco yo sabría que decir si me hubiera puesto un caramelo como aquel en la mano...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Saludos y gracias por compartir.
Y si era el ultimo, que hacer con el!? se lo va a comer don pancho en algunos meses, lo guardar para siempre en su envoltura? lo sacara para olerlo de vez en cuando y recordar otros tiempos?? q dilema!
ResponderEliminar¡Qué decepción! Comprendo perfectamente porque soy amante de las golsinas y cada vez que desaparece alguna, hago mi duelo...
ResponderEliminarBesos.
Creo que yo me quedaría igual.... sin saber que decir, Gracias a lo mejor. Bella pluma... como siempre y por siempre.
ResponderEliminarHay cosas que uno lleva desde niño, y que nunca aprenderá a quitarse de encima, ni falta que hace.
ResponderEliminarSaludos y buena tarde.
Yo me quedo con la golosina y los recuerdos de la infancia...
ResponderEliminarBesos orilleros!
;)
Y tu que eres un ser especial, eres visitada siempre con cariño.
ResponderEliminarUn abrazo de osa, bueno por acá el frio a la sombra es fatal.
Así que estoy en mi mecedora al solcitooooooo
Ay Cecy!!! Preciosa entrada.
ResponderEliminar¡Pero que cosas tiene Simona!... ella tan mona que es... Te diré una cosa mi niña; en mi infancia no había... ¡o no recuerdo caramelos! Solo recuerdo una posguerra muy larga y bastante miserable... Luego cuando fui joven ya cambió la cosa, ya me regaban camelos, con los que fui endulzando la vida. Felicidades a todos los que los tuvieron.
Un abrazo mi reina, de gratitud y estima. Se muy feliz.
ese algo que nos acompaña para no secar nuestras raíces, las alimenta y mantiene conectadas a un lugar muy especial....el inicio de todo.
ResponderEliminarSaludos Cecy, feliz fin de semana. Gracias por tu visita y tu comentario que siempre son de agrado.
ResponderEliminarGracias por tu visita y comentario amiga, siempre es un placer tenerte por aquí.
ResponderEliminarun abrazo
:)
Contesto acá la pregunta que me hicieron por mail, y por única vez. No suelo borrar comentarios, con la excepción que sean agresivos u ofensivo para mis lectores.
ResponderEliminarAdemás creo que los comentarios están formulados mas, por aquello que le ocurre al lector con el escrito y no a la autora del mismo.
Creo que con estas palabras, asunto aclarado.
Un beso a todos.
Qué ternura y qué desgracia, el último caramelo. Excelente tu entrada.
ResponderEliminarBesos.