Las mudanzas para nuestra compañera de trabajo Ester, era algo que
formaba parte de su vida desde niña. Mientras que para nosotras era un
trastorno, un dolor de cabeza, porque se pone en movimiento muchos sentimientos
encontrados en esas pocas veces que nos ha sucedido. Para ella es moneda
corriente, así, nos contó su historia, entendiendo que lo hacía para que no nos
resultara tan dramático y disfrutemos del cambio. Nos hablaba de lo liberadora
que fue siempre desechar todo aquello que uno junta sin ninguna utilidad:
papeles, esquelas, tarjetas de felicitaciones, floreros rotos, vasos rajados,
platos saltados en las puntas, muebles que caían en desuso, ropa que pasaba de
moda, y otras tantas prendas apolilladas.
Afirmaba que lo divertido de mudarse era salir
de compras, decorar la nueva morada y renovar el armario. Pero sobre todo hacía
hincapié, que tirar todo lo referente a sus infinitos ex amantes, era un placer
único.
Lo que nunca llegamos a sospechar que este jueves al encontrarnos a
desayunar como hicimos por años, el diario del día y su ausencia, nos revelaría
al ver su foto en las noticias policiales que, en sus infinitas mudanzas,
también había desechado a cada amante que había caído en desuso en el jardín de
cada casa.
mas mudanzas en casa: Molí del Canyer