miércoles, 26 de agosto de 2020

este jueves un relato: 8 años, 13 argumentos



“Entre la vigilia y el sueño, un personaje es tentado para usar una máscara que le daría un poder oscuro”


Te voy a contar una historia, un suceso que vivimos con el personaje del libro que leo cada noche. No creas que es una locura, es tan real como tus ojos que ahora me leen. Caleb es uno de los personajes. Un príncipe de la noche, dueño y señor de un reino de miles de años. Él es amable y encantador, y es el cuidador de una dinastía distinta.

Cuando comencé a quedarme dormida, y supongo que él también, me estaba contando que daría una fiesta de disfraces en el castillo, pero entre sueños llegué a leer que alguien lo tentaba con usar una máscara para esa noche, donde vendrán invitados de otros clanes, algo que se realizaba cuando la luna se ponía en conjunción con el universo. Se festejaba en honor a la tierra santa.

Desperté en un calabozo frío y derruido, entre penumbras pude divisar a mi amigo Caleb que se encontraba encadenado a una piedra, en principio no lo reconocí, tenía puesta una máscara que deformaba su rostro gentil. En ese momento me asusté, pero respiré profundo y me acerqué a él, quiso atacarme y al encontrarse impedido, me pude alejar unos pasos y le dije: soy Simona, tu amiga. ¿Qué ha sucedido? él no podía hablar, solo en susurro me pedía ayuda… comencé a sentir unos pasos escalofriantes a lo lejos, no sabía qué hacer, tenía poco tiempo. Pero decidí quedarme quieta en la oscuridad.

Escuché todo lo que decían, matarían a mi amigo y destruirían todo el reino que era el enlace entre los dos mundos, para mantener el equilibrio. No dejarían nada bueno. ¡Ahí, supe quiénes eran!

Eran los llenos de odio, envidia y de una crueldad que les da a esos seres que no pueden mirar más allá de su propio ombligo.

Yo tenía que ayudar a Caleb, era mi amigo, el que cada noche me deleitaba con hermosas historias.

No obstante, al despertar del sueño, no tendría oportunidad hasta la noche. Serán ustedes que deben darme algunos consejos, y cuando retome la lectura poder cambiar algo en el próximo capítulo y ayudar a Caleb.



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domingo, 23 de agosto de 2020

el viento


Azota con furia el viento en mi ventana, le escucho entre sueños, golpea, cada vez con más vehemencia como el dios que es. Ya no vuelvo a reconciliarme con el sueño, entonces voy a su encuentro, le abro sin dejarlo entrar. La calle está vacía, solo alguna ambulancia se escucha a lo lejos. Me apiado de su cara de horror, y enfado. Le hablo, lo acaricio y le digo que todo estará bien. Nos miramos tristes, porque sabemos que no está nada bien. Me disculpo por todas las catástrofes que solo esta especie suele causar. Pero nada alcanza, más calmado de tanto chillar, lo veo alejarse cansado, con sus manos en sus bolsillos, como quien se aleja cabizbajo porque sabe que no encontrará paz. Y yo, intento volver a un sueño mejor, con un mínimo atisbo de esperanza.


miércoles, 19 de agosto de 2020

este jueves un relato: La mariposa




Se escuchaba en el silencio de la ciudad solo un sonido como si fuera el silbido de un tren, Simona en puntillas se acercó a la ventana, su piel se le estremeció y sus ojos se abrieron tan grandes que pensó que se les saltarían. Fuera había una gran Mariposa, pero no cualquier mariposa, era inmensa, con todo su cuerpo de diversos materiales: bronce, oro, plata, piezas de reloj que lo componían, y sus antenas eran unas delicadas chimeneas donde salía vapor. Con ojos vidriosos, la extraña Mariposa la miraba.

Le contó que venia del futuro y estaba en su ventana con un propósito, advertirle lo importante que era su vestido por donde se le vuelan las mariposas, que debía guardarlo de manera celosa y tener mucho cuidado, el aroma que desprende el mismo cuando se lo pone en los días bonitos emanaba una sustancia que alegraba la vida donde ella camina. Hay un grupo de inescrupulosos que ya habían estudiado las características del mismo, y no era para buen uso, pensaban raptarla y obligarla a usarlo para su beneficio. La única manera de combatir a esos cretinos era que ellas trabajaran juntas, el efecto de su vestido para el bien solo se combinaba con la maquina mariposa que se creó previniendo ese futuro incierto.

Un ruido estridente se penetro en los oídos de Simona, despertó confundida, miro su placar y allí estaba su hermoso vestido, lo tomo en sus manos y se lo puso, se miró al espejo y se dio cuenta que tenía un mágico prendedor, sonrió y se dijo a si misma que este verano lo luciría cuando todo esté libre de encierro.


Imagen tomada de la web


El ruido estridente solo era la pava que echaba vapor en la cocina que seguro su creadora olvidó de apagar….




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miércoles, 12 de agosto de 2020

este jueves un relato: Objetos


imagen tomada de la web


Como dice Serrat en la canción: “y no se me ocurre nada” ... Mientras la voy tarareando, pongo el agua a calentar, tomo mi objeto inanimado, lo lleno con yerba y espero que el agua esté a punto, que no entre en hervor. Y me pierdo por la ventana de los recuerdos de este objeto que aparece en casi todos ellos. Y se presentan esas imágenes: los primeros mates que solo miraba, la abuela Pierina se lo pasaba a mi madre, y vaya a saber que hablaban, pero seguramente así abre probado el primero, de todos los que vinieron después.

Esa costumbre tan nuestra que se hereda sin permiso de padres a hijos. Somos tan curiosos que de pequeños queremos probar eso que los grandes comparten como un juego, ese pase de mano en mano que extiende las miradas y afina los oídos. Tiene un don amistoso, porque al llegar a donde sea, siempre después de saludar, es lo primero que se pregunta: ¿tomamos unos mates? Y es el lazo de conversaciones, cualquiera que se presente, a veces con risas, llanto, alegrías, experiencias, historias, o simplemente ese gesto que se necesita para sentirse en compañía.

O como hoy, que, en esta soledad pandémica, mientras termino de prepararlo, enciendo el pc, y me acompañara todo el rato en que trabajo, leo, escribo, o simplemente: es que no hago otra cosa que pensar en ti, y no se me ocurre nada…. 



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miércoles, 5 de agosto de 2020

este jueves un relato: El Pueblo de los Plop





Amanda decidió tomar unos días de descanso en la casa del lago, herencia de la tía Carlota, hermana de su madre y madrina. Ella los había dejado el año anterior sin ninguna razón de enfermedad aparente, y era de esperarse, siempre tuvo una vida de muchos cuidados con su salud.

A penas llegar, abrió ventanas para que entrara ese aire fresco con el aroma especial que llegaba de la arboleda que rodeaba la casa. Miro sus cuadros, fotografías, y en todas se veía hermosamente feliz. Ya caía la tarde y decidió cenar algo liviano.

Mientras buscaba algo que leer en la biblioteca, un libro se resbalo cayendo en sus manos. Su portada decía: “el Pueblo de los Plop”, el libro era una reliquia de colección, y le llamo la atención nunca haber escuchado de él, busco al autor sin hallarlo, ni siquiera una sinopsis del mismo.

Se entró en la lectura sin pensarlo, el pueblo de los Plop eran seres que nacían con la lluvia de otoño formándose con las gotas que caían en el lago, y esperaban las lluvias de primavera para salir a superficie e interactuar solo con seres humanos que tenían la sensibilidad de comprender que ellos eran diferentes, así se nutrían de las experiencias humanas para no cometer los mismos errores en su pueblo, y como regalo al final de su vida, su alma se iba con ellos. De otra manera eran hostiles, y les encantaba hacer jugarretas con aquellos que se las merecían. Manchar sus ropas, inundar su comida, meterse en los lentes para que viesen borroso, en los oídos creando sordera, y en sus bocas dando mal olor, y sobre todo los más sucios de los Plop, se encargaba especialmente de marcar su frente con una “P”, aquellos que eran despreciables para que se distingan de los demás, como la famosa letra escarlata.

Con el amanecer despertó con ánimos de ir al lago a desayunar, sonriendo por la historia mágica que había leído la noche anterior, armo su canasta y partió. El día estaba hermoso, se recostó satisfecha en la manta y durmió una pequeña siesta al calorcito del sol. Al despertar tuvo la sensación que alguien le había acariciado su cabeza y dejado un beso en su frente.

Al volver, tomo el camino más largo, pasando por el pueblo. Sintió una felicidad especial, sobre todo al ver que: el Cura, el Juez, el Gobernante y abusadores, a diferencia de otras gentes, iban con su frente en alto, llevaban un sello de agua sucia con la letra “P”, invisible solamente para los portadores. Se echó a reír y en ese momento comprendió lo feliz de su madrina Carlota, y se prometió volver cuando florece la vida.



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