Caminaba por la vereda, siguiendo el dibujo de las baldosas, cuidadosamente de no tropezar con las líneas. Así, como jugando. De golpe un ruido, la inquieto, la asusto y se escondió detrás de un árbol. Se quedo quieta, miro a los lados y no vio a nadie, continuo sorteando baldosas. Otra vez, ese ruido, empezó a caminar más de prisa, porque ya no había árbol donde esconderse. Lo que parecía un ruido, lo sintió más cerca, casi pegadito, como un silbido y comenzó a correr. Cansada de correr delante del silbido, entro a un bar, y siendo tan despistada se encontró frente a frente, con unos ojos, una nariz, una boca y sobre todo una cara totalmente desconocida. Disimuladamente sin poder apartar sus ojos, dio un saltito, saltito pequeño hacia atrás. No le salían las palabras. Él, la miraba sorprendido. Ella se olvido del ruido, del silbido, del árbol y las baldosas. Su cara estaba toda sonrojada. Hasta que pudo respirar y le dijo: tengo frio. El sin dejar de mirarla, y esbozando una sonrisa se dirigió al mozo para pedirle un café. Comenzó a sonar el teléfono…rin, rin, rin...Su sonrisa se iba alejando. Rin, rin, rin…
¡Hola Simona! No olvides de abrigarte, mañana empieza el invierno.
Se levanto a cerrar la ventana.