El amor
eje de mi tierra
entre la órbita de tus aprendizajes
se aprende, se yerra
Se me hace agua salada y dulce
la espera.
Cecy
Simona estaba empapada de pies a cabeza. La radio pronosticaba un
pasajero chaparrón, fue tan intenso que se estiro en tiempo con gotas grandes,
fuertes y atrevidas. Entro como un ventarrón al Bar de las Causas Perdidas,
salpicando todo a su alrededor. Laura, enseguida le alcanzo una toalla y un
café con leche doble bien caliente.
- ¡Que cara tienes! ¿Viste un fantasma?
- ¡No! vi un gordito con alas, sentado en mi ventana, lo más
sonriente. Se presento, ¡Hola! soy cupido, y tu, Simona ¿verdad?
- Laura frunció el ceño. Y yo Cleopatra. ¡Déjate de bromas!
- ¡Tienes que creerme, Laura! Me suplico ayuda, que lo escondiese
hasta el domingo. Me contó que hay un grupo de escritores que lo anda
acechando, se hacen llamar los jueveros.
- Vaya, y tu que tienes alitas, le has escondido.
- No seas irónica, pobre gordito, me ha dado ternura con esos
rulitos.
- Claro, ¿y donde lo has escondido?
- Aquí.
- ¿¿¿¿Aquiiii????
- Si, en mi bolsillo, (Simona lo tomo con cuidado, y lo dejo caer
en la palma de su mano), necesita ayuda. Me ha contado que su trabajo consiste
en ayudar a la gente a encontrar a su amor, con sus flechazos les da un primer
empujón. ¡Mira! ¿No es divino?
- See, divino y tu...
- Aunque…cuando las gentes no sabe cuidarlo, en vez de fijarse en
sus errores, lo culpan a el.
- Ya veo, peludo regalo. Muy bien, lo ayudaremos hasta el domingo,
ni un día más.
- ¡Gracias chicas!
- De nada
- ¿Quieren probar mis flechas?
- ¡Noooooo! Contestaron ambas al unísono.
- Esta bien, les contestó con una sonrisa pícara.
para enamorarse bien hay que ir a....lo de Cass