A ese amor, que roza lo apasionado, el vuelo y la locura del enamorado. A ese amor sabido de principio que debería partir y partirse. A ese amor que le hizo sonreír, a ese amor que le abrió las ventanas de su corazón. A ese amor que se le dijo adiós.
Y con la mirada extendida en los destellos que rompen en el cielo, mientras unas lágrimas se echan a rodar, sabiéndose encontrado el sentido, del brillo que le dejaría una amplia y tímida sonrisa, en los ojos.
¿Qué difícil es soltar, verdad?
El, le prometió volver.
Ella, sabía que no era el nombre, sino quien ya la había nombrado.
¿Y que haremos ahora?
Ya veremos…