jueves, 4 de noviembre de 2010

Cecy

Tarde de domingo, impregnada del más solemne silencio. Acogedor. La ventana esta abierta, aunque el frío ya se esta haciendo sentir. Nunca me ha gustado demasiado. ¡Aunque ya no me hace doler tanto! Entra una brisa que circula, renovando el lugar y la respiración. Miro hacia fuera, me sonrió. El cielo esta cubierto de nubes blancas, paradójicamente pienso, en que ayer me subí jugando con ellas. ¡Si una sonrisa, provoca otra sonrisa, es de aquellas pequeñas grandes cosas que dan alegría al alma! Las nubes me han gustado desde siempre, como la lluvia, la gran luna redonda en lo más alto del cielo. Hay algo en común, entre este cielo y yo, es que últimamente veo todo en blanco, y no he sentido la falta de colores, porque ellos nunca han dejado de estar por mis adentros. Recuerdo el día, que sentada frente al mar, algo me sucedió, no comprendí en ese momento, ni tampoco la tormenta que se desato cuando llegue a la ciudad. Todo eso fue el principio, de lo que estaba por llegar, la tranquilidad acompañada de seguridad.

Me gusta donde y como estoy. Lo que elegí y porque lo elegí. Me gusta la mano amiga que no me suelta, me acompaña. Me gusta mi cuaderno nuevo en donde escribir. Me gustan las pocas palabras con sentido, que le dan espacio hacer mucho mas. Me gusta que ya no me duela la desilusión. Me gusta saber que “ese buen amor”, existe. Y algún día llegara. Me gusta subir a la nube y saber que lo que se desee con fe, esta predestinado a cumplirse.


Me gusta mucho ser Cecy.