sábado, 31 de agosto de 2024

una tormenta llamada Santa Rosa


 

El viernes muy temprano, al despertar, como de costumbre encendí la radio, y me enteré que venía la tormenta de Santa Rosa, nunca me se me ocurrió preguntar porque se llama así, para mí, es tradición, desde niña lo escuche de mi abuela, mi madre, y seguro así de vecinos, y todo los que vivimos en este país, que por suerte no conozco a todos tampoco.

En la radio explicaba un meteorólogo, preste atención, porque después de tantos años me entero, el motivo, por el cual llega siempre para estas fechas, 30 de agosto, y también que se celebra el día de la Virgen Santa Rosa de Lima, Patrona de América. Hubiese preferido no saber, no es porque tenga algo malo con respecto a la virgen, sino que me parecía fantástico que le dieran un nombre a la tormenta que tanto se espera y desespera.

La cuestión que yo no vine hablar de la virgen, ni de la tormenta específicamente, pero desde niña este es el primer año que llega puntual, en el día esperado y para mí fue “especial”. Porque creo en los karmas, en las energías espirituales, y que hay momentos en la vida, donde hacer una limpieza, es muy aliviador, y no hablo que darse un baño, que por cierto es algo que hago a diario. Me refiero a aquietar la mente y aliviarla de pensamientos destructivos, alejarse de todo aquello que no hace bien, e intentar sanar en un mundo que cada día está más destructivo, hay mucha gente horrible haciendo daño.

Por eso mismo, me tome la delicada tarea de estar informada sin que me afecte, porque lo que sucede, yo, no lo puedo solucionar, pero sí, me puedo hacer un gran bien, y a los que me aman y se preocupan y ocupan.

Me dio mucho placer tirar dos bolsas de residuo, esas grandes, las que se usan en los edificios, todos los papeles que tenía guardados, y, por último, las fotos.

Solo me quede con dos álbumes, porque la cantidad de gente que tenía guardada en esas imágenes, entre los que ni me acuerdo su nombre, los que nunca supe porque están ahí, y me pregunto ¿Quiénes son? Los que, si me acuerdo, aunque ya nada absolutamente nada tenemos que nos acerque. De mi viejo, solo me dejé una, cuando yo era una peque y creía que éramos felices y él era bueno, hasta que se convirtió en ese monstruo. Una o dos de mi hermano, cuando era mi hermano. Y de mi mamá, guarde más, como cinco. Algunas las puse en un sobre, para darlas a quien pertenecen.

Guardé de algunos amigos que quise con el alma, algunos ya partieron y otros, nos dispersó los caminos. Y tengo las de mi única familia: mi hijo, y mis dos hermosos nietos. ¡Sí que de estas tengo un montón!

Cuando termine de eliminar todo lo que necesite sacar de mi sistema, creo que ya era casi el mediodía. Y fue cuando llegó más puntual que nunca Santa Rosa, y comenzó a llover. Miré por la ventana, la lluvia caer, y me sentí tan tranquila y aliviada que comencé a sonreír como hacía mucho tiempo que no me pasaba.