Artista: Giulia Valente
Esta
es la historia de una Maga, así la llamaba su madre desde niña. En su pueblo
natal, vivía en una calle donde la gente en el solsticio de verano, se sentaba
en la puerta de sus casas a mirar y hablar con sus vecinos. Ella junto a otros
niños jugaban a infinidad de juegos: las escondidas, la pelota o simplemente a
cantar y bailar canciones populares que habían aprendido por las costumbres
familiares.
La
maguita siempre se encontraba bajo la mirada atenta de su madre, quien, a su
vez, además de amarla y protegerla le enseñaba estrictamente a cumplir con las
normas disciplinarias y de escolarización. La incentivaba en aquellas prácticas
artísticas como la pintura, piano y patín, así creció y se convirtió en La Maga
que se esperaba de ella.
Un
día se despertó y sintió muy dentro suyo que debía buscar su camino. Fue así
como ante la mirada estricta que no conocía de su madre, se plantó, y aunque su
incomprensión le dolió, partió sin un rumbo a otras tierras, fue un trayecto de
locura, fascinación y también de miedos y contratiempos.
Hubo
momentos confusos, le pesaba esa no aprobación de su madre y también sacaba de
su interior esa luz de amor que había concebido de pequeña y se decía que todo
estaría bien, siguió adelante: trabajó, estudió, se enamoró. También conoció el
dolor, la perdida, la frustración. Y cómo seguir adelante en caminos de luz y
sombras, hasta forjar su propia identidad.
Una
noche, terminado un nuevo solsticio de verano, se encontró mirando su mesa de
herramientas, adquiridas en toda esa vida, la miró, y también giró a ver su
aprendizaje, se preguntó, ¿Quién soy? Soy todo eso que me precede, ¿A dónde
voy? Donde mi sueño me lleve, así comenzó a escribir esta historia.