Simona, en toda la pandemia se pasó viendo novelas turcas, le dio mucha
curiosidad en principio la dinastía osmanlí, familia que gobernó históricamente el imperio
otomano desde su fundación en 1299, con todas
sus luchas y conquistas. Pero Simona, no quiere darnos
una clase de historia porque en realidad no tiene la menor idea, y tampoco le
interesa.
Aunque si, le interesa sobre manera esas mujeres, que, desde la
servidumbre, esclavas del harén y sultanas, todas tenían algo en común, eran
sometidas a la gracia del sultanato, y se peleaban entre ellas por ser la preferida
del sultán. ¡Madre Mía!! Una locura que ella no puede entender.
Si bien en esos tiempos era común que les cortaran la cabeza solo por
respirar, ella decidió así, sin más, viajar al año mil quinientos y pico a conocer
el sultanato de Solimán el magnífico.
A penas llegar se hizo capturar por el ejército, y sabiéndose tan
bonita, hermosa, preciosa, importante, inteligente.
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(¡presumida,
además de orgullosa!)
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(Si, Darcy ¿Pero qué hace usted acá, es de otra historia?)
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(La leo,
señorita.)
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(Mmm, váyase)
Fue llevada enseguida a la Casa de Osmán, junto a las demás concubinas, bañada
y perfumada por si fuera convocada por la madre sultana como obsequio para su
hijo. Espero entrada la noche, y con un megáfono comenzó a despertarlas y
hablar sobre los derechos que las mujeres empoderadas del siglo XXI, dio un
discurso a viva voz de lo que habían logrado, mientras era observada por las
esclavas como si estuviesen mirando a una persona desequilibrada.
Su único logro, fue, ser llevada esa noche frente al gran visir del
sultán, que sentenció cortar su cabeza a la mañana siguiente, entre improperios
que no disminuyeron fue encerrada en el calabozo.
Paso un día entero Simona en el calabozo, sin entender aún porque estaba
ahí. Cuando llegó la noche, la sacaron la volvieron a bañar y perfumar y fue
presentada delante del Sultán, que después de tanto alboroto quería ver la cara
de la mujer.
El quedo prendado de su belleza, y ella aprovecho a contarle un cuento
como el de las mil y una noche, con la esperanza de ser rescatada. Adormilado el
con la historia, Simona comenzó a pensar cómo salir del palacio, cuando escucho
que la chistaban desde la ventana. Se asomó sigilosamente, y desde abajo le
pidieron que saltara, ella con gran susto lo hizo y despertó en su habitación
con la voz de la sultana Hurem en la tv.
Fue en ese momento que decidió no volver a mirar esas telenovelas tan
chabacanas.
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(Eso le
pasa por no verme a mi)
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(No sea
pesado Señor Darcy)
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